Lectura: Hang In For Me





Texto Por: Sunaona Shiratori


-El usuario con el que desea comunicarse no responde en este momento…- se escuchó la voz de la operadora.

-¡No sabes cuánto te odio!- Tamaki dijo, frustración destilando en su voz, mientras estrellaba el auricular del teléfono en su lugar y veía hacia abajo. Sintió como su cuerpo temblaba ligeramente, no sabía realmente cual de sus emociones era más fuerte. ¿La ira, el miedo, la soledad acaso?
Empuñó sus manos mientras pasaba una por sus ojos secando las escasas lágrimas que se había permitido derramar. Salió de la cabina de teléfono dando un portazo a esta.

Levantó la vista repentinamente recordando que estaba en la calle, observó a su alrededor temiendo que alguien lo hubiese visto. El sol estaba en su punto máximo, algunos autos transitaban lentamente por el complejo universitario, observó a una pareja de enamorados caminando al otro lado de la calle, demasiado metidos en ellos mismos como para notar nada más.

El viento agitó suavemente las copas de los árboles, provocando que algunas hojas cayeran suavemente hacia las pavimentadas aceras.

Tamaki suspiró aliviado, tras lo que pasó sus manos por sus cabellos ligeramente desordenados por el viento, tratando de regresarlos a su debido lugar. Su mirada se tornó triste por unos instantes. De pronto su celular vibró en la bolsa de su pantalón, lo sacó rápidamente sintiendo que le faltaba el aliento. Sin embargo al abrirlo para verlo, nuevamente se sintió decepcionado. Era un simple mensaje comercial. Cerró su celular mientras lo guardaba, a la vez que comenzaba a caminar, su vista perdida en algún sitio de su mente...

La noche cayó con rapidez. Pasaban de las 11, Tamaki se encontraba ahora en su apartamento, trabajaba en la computadora, tenía varios libros abiertos apilados, los cuales consultaba cada cierto tiempo mientras escribía. Observó su celular, a un lado de su computadora.
– ¿Por qué no me ha llamado?- tomó el teléfono, abriéndolo y constatando que tenía buena señal. Así que lo dejó nuevamente en su lugar.
Pasó sus manos por sus suaves cabellos mientras tomaba un sorbo de café. No le agradaba, pero lo necesitaba para estar despierto.
-Ya falta poco…- se dijo a si mismo dejándose caer suavemente en el respaldo de su silla. Cerrando los ojos por unos segundos.
De pronto el beep de su computadora alertándole que tenía un mensaje nuevo en su correo lo hizo reaccionar. Se enderezó nuevamente, dando click a la pequeña ventana sin mucho ánimo.
-Soreki…- susurró mientras observaba el remitente. Suspiró mientras se permitía dudar sobre dar o no click sobre el mensaje. Sin embargo lo hizo aun antes de haberse decidido completamente. Suspiró con frustración mientras notaba que tanto le importaba leer lo que sea que le hubiese escrito.

“Hola niño lindo:
Lo siento, estaba en una reunión y no podía contestar el teléfono. No estaba planeada. Me habría gustado poder ir a almorzar contigo.
Espero verte.
Soreki.”
Tamaki sonrió levemente. Retomando su trabajo tras enviar un correo de respuesta diciendo que quizá podrían verse el fin de semana.
Al día siguiente, Tamaki se encontraba en una amplia aula de la universidad, un libro yacía abierto sobre su escritorio, sin embargo no lo leía, simplemente observaba a su celular al lado de este con pocos ánimos.

-No va a llamar por si sólo por más que lo veas…- Yokichi dijo mientras golpeaba suavemente la cabeza de Tamaki con su carpeta y se sentaba a su lado.
-¡Oye!- Tamaki protestó más por el susto que por el golpe. –Igual no tengo tiempo de aire…-
Yokichi suspiró, no le gustaba ver a su amigo triste, así que lo empujó suavemente. –Vamos, tienes un trabajo de medio tiempo y con tanta compañía que hay ahora cualquiera puede tener tiempo de aire, eso no es excusa.-
Tamaki guardó su celular comenzando a exasperarse. –Tengo que ahorrar.-
-¿Porqué?-
-Quiero tomarme unos días libres en las vacaciones de verano…- Tamaki bajó la vista, un suave rubor cubrió sus mejillas.
-¡Oh vaya!- Yokichi sonrió con picardía. – ¿Vas a escaparte unos días para un encuentro secreto con tu misterioso nuevo amor?-
-Calla…- Tamaki se sonrojó aun más ante las palabras de su amigo, tras lo que frunció el ceño. –Igual no es de tu incumbencia.-
– ¿Sabes?-Yokichi se tornó serio, observó a Tamaki para luego bajar la vista. –Si no compartes nada conmigo voy comenzar a pensar que realmente no me consideras un amigo…-
En ese momento un profesor entró al aula, comenzando la clase, por lo que Tamaki no pudo responder nada a su amigo. La clase era un poco aburrida, así que se permitió distraerse mientras recordaba.

-Oye niño lindo, mis vacaciones de este año concordarán con las primeras dos semanas de tus vacaciones de verano, ¿crees que puedas hacer tiempo para mí?- Soreki sonrió cálidamente mientras observaba a Tamaki al otro lado de la mesa donde compartían un café y un helado.
Tamaki sonrió. –Me encantaría, podríamos…-
Sin embargo fue interrumpido por el celular de Soreki, el cual le hizo una seña para que se callara mientras respondía la llamada. Una vez colgó observó a Tamaki con seriedad.
-¿Tienes que irte?- Tamaki lo observó con tristeza en sus ojos.
-Sabes que me encanta estar contigo, pero mi trabajo es demasiado demandante y realmente quiero una promoción.- Sacó algo de dinero de su billetera.
-No es necesario…- Tamaki rehusó el dinero. –Yo puedo pagar…-
-Lo menos que puedo hacer por irme a la mitad de nuestra cita es pagar…- Soreki colocó el dinero sobre la mesa tras lo que se levantó. –Vallamos a almorzar un día de estos. Te llamaré…- dijo antes de irse.

De pronto el sonido del celular de Tamaki lo sacó de sus recuerdos trayéndolo de vuelta al mundo.
-¡Pedí que apagaran los celulares!- regañó el catedrático.
-¡Lo siento!- Tamaki dijo mientras salía a toda prisa del salón para responder la llamada en el pasillo. – ¿Hola?-
-Tamaki, que bueno que respondes, estaba a punto de colgar.- La voz de Soreki se escuchó al otro lado de la línea.
-Estaba en clase…- Tamaki bajó la vista mientras sostenía el celular contra su rostro.
-Oh lo siento… me enviarán a un viaje de negocios por una semana y quería verte antes de irme.- Soreki anunció. –Pero si tienes clases mejor lo dejaremos para otra ocasión…-
-¡No!- Tamaki dijo, sintiendo que su voz temblaba. –Dime donde encontrarte y llegaré lo más pronto posible… igual esta clase no es tan importante…-
Unos minutos más tarde Tamaki se encontraba entrando a la habitación de un lujoso hotel, tras él Soreki cerraba la puerta.
-Realmente tenía ganas de verte.- Soreki dijo pasando entonces al lado de Tamaki, dándole un rápido beso en los labios para luego adentrarse en la habitación, deshaciéndose de su saco y su corbata, lanzándolos hacia un pequeño sofá mientras se dirigía al mini bar. – ¿Quieres tomar algo?-
Tamaki aun permanecía cerca de la entrada de la habitación, sus manos jalando ligeramente las hebillas de su pantalón de lona mientras veía hacia el suelo. –Hum… cualquier cosa esta bien…- levantó la vista hacia Soreki. –Oye, este lugar se ve muy caro… no podré pagarlo…-
-Eso no importa.- Soreki se acercó al joven, llevando un par de vasos en sus manos, entregándole uno al chico.

-No quiero que tengas que invitarme a todos lados siempre…- Tamaki llevó el vaso a sus labios, tomando un sorbo que quemó su garganta.
Soreki bebió el contenido de su vaso mientras jalaba a Tamaki hacia la cama, sentándose en esta con el más joven de pie frente a él. –No protestes, te lo debo por no haber almorzado contigo ayer.- Se inclinó ligeramente para dejar el vaso en la mesa de noche, volviendo luego al frente del chico, comenzando a acariciar suavemente las caderas de este.
Tamaki suspiró resignado, tomado el resto del contenido de su vaso mientras sentía como Soreki metía sus manos por debajo de su remera y comenzaba a besar su abdomen, subiendo lentamente. Se inclinó ligeramente, capturando los labios de Soreki en los suyos, siendo jalado por este hacia sí, subió entonces a la cama, apoyando sus rodillas a los lados de las piernas del otro.

-Eres muy especial para mí…- Soreki susurró contra los labios del menor, haciéndose luego hacia atrás, jalando a Tamaki consigo, apoyando su espalda en la cama.
Tamaki aun sostenía el vaso en su mano, así que lo soltó ligeramente mientras era besado en el cuello por Soreki. Cerró sus ojos entregándose a las sensaciones placenteras que el otro le propinaba. Llevó sus manos hacia el pecho de Soreki, acariciándolo por sobre la ropa mientras este se deshacía de su ropa superior.
-¿Algún motivo para la prisa?- Tamaki preguntó notando como Soreki comenzaba a desabrocharle los pantalones.
-¿Voy demasiado rápido para ti?- Soreki se enderezó en la cama, quedando su rostro al nivel del otro.
-No es eso…- Tamaki desvió la mirada de Soreki.
-No te preocupes, prometo que te sentirás bien.- Soreki sonrió, abrazando a Tamaki, haciendo que cambiaran de posición, quedando sobre este. –Si no quieres hacerlo no te obligaré.-
Tamaki desvió la mirada sonrojándose ligeramente. –Está bien…-
Soreki entonces continuó acariciando a Tamaki, besando su cuerpo, deshaciéndose de la ropa que lo separaba de su objetivo, cuando ambos estuvieron desnudos, Soreki hizo que el otro se volviera, ayudándolo a sostenerse en sus brazos y rodillas, procediendo a entrar en él. Tamaki cerró sus ojos y apretó los dientes, sintiendo que un dolor punzante lo invadía, sin embargo quería hacer feliz a Soreki, por lo que decidió soportarlo tanto como pudiese, después de todo no era la primera vez que estaba con alguien, y no quería que Soreki pensara que lo era.
Soreki comenzó a moverse casi bruscamente en el interior del otro chico, llevando sus manos hacia el pecho y la entrepierna de este para acariciarlo. Tomando su miembro y apretándolo con suavidad mientras subía y bajaba su mano. Tamaki gimió ante las expertas caricias de su amante, dejándose llevar por este, sentía que sus brazos flaqueaban con cada uno de los profundos movimientos del otro, hasta que finalmente no pudo sostenerse más, permitiendo que estos se doblaran, Soreki incrementó la velocidad de sus embestidas contra el más joven, sintiendo como el cuerpo de este lo envolvía, deseando aumentar esta sensación, comenzó a moverse con mayor fuerza, la cama hizo algunos ruidos extraños ante esto, y el vaso que Tamaki había dejado cerca de ellos rodó lentamente hasta caer y hacerse pedazos en el suelo, no consientes de esto ambos amantes alcanzaron el clímax a la vez, sus gemidos ocultando el ruido del vaso.

Unos días más tarde Tamaki se encontraba en su apartamento, frente a la computadora, su celular yacía abierto al lado de esta. Estaba oscuro, la única luz en la habitación era la de la pantalla del ordenador. El joven apoyaba sus codos sobre el escritorio, con sus manos entrelazadas justo a la altura de sus labios. Observaba la pantalla con seriedad.
-Prometiste conectarte frecuentemente para que pudiéramos hablar…- dijo mientras veía hacia un lado.

De pronto el sonido de alerta de conexión de contactos hizo que volviera la vista hacia su lista. Soreki se había conectado, Tamaki sonrió disponiéndose a hablarle, sin embargo antes de que lo lograra, su estado cambió a desconectado. La tristeza brilló en los ojos de Tamaki, tras lo que notó que la foto de contacto Soreki era diferente.
Llevó el mouse hasta el ícono de este, abriéndolo para ver la foto, en esta Soreki sonreía mientras abrazaba a un hombre de más o menos su misma edad. Tamaki tragó con dificultad mientras observaba la foto.

-¿Acaso estoy celoso?- se preguntó. –No debe ser nada comprometedor, si no, no la habría publicado…- se afirmó a sí mismo, sin embargo la sensación de olvido que lo invadía no le dejaba creerlo completamente.

Al día siguiente, Tamaki caminaba por la acera del campus a la hora de almuerzo, aun sintiéndose extraño por lo sucedido la noche anterior. Iba muy metido en sus pensamientos por lo que sin darse cuenta tropezó con alguien, haciendo que botara sus libros.
-Ah! ¡Lo siento!- dijo Tamaki regresando a la realidad y agachándose a recoger los libros de la persona con quien había chocado.
-Está bien… No te preocupes.- Una voz conocida hizo que el cuerpo de Tamaki fuese recorrido por escalofríos, tras lo que levantó la vista lentamente mientras aun agarraba un par de libros en el suelo.

-Haruna…- Tamaki observó al sonriente chico que estaba de pie frente a él. Era su ex novio, habían salido por bastante tiempo, hasta que había conocido a Soreki. Aun se sentía culpable por haberlo dejado tan repentinamente.
-¿Vas a ayudarme con eso?- Haruna preguntó, refiriéndose a los libros.
-¡Si, claro!...- Tamaki reaccionó, recogiendo los libros y entregándoselos al otro. Levantándose luego y sacudiendo un poco su pantalón. Se sentía un poco incómodo en la presencia del otro chico. –… hace tiempo que no te veía por acá…-
Haruna rió con franqueza, realmente no se acercaba al área de la facultad de Tamaki desde que se habían dejado, ya que estudiaban diferentes carreras había optado por no acercarse a un área que le traía malos recuerdos. Desvió la mirada de Tamaki por unos segundos. –Es porque no tengo a quien visitar en esta facultad…-
Tamaki contuvo un jadeo, sintiendo que había puesto el dedo en la llaga, cuando había decidido cortar con Haruna lo había hecho en ese mismo lugar, justo donde ahora estaban de pie uno frente al otro. Era un día lluvioso y los autos no dejaban de pasar. Haruna le había pedido entre sollozos otra oportunidad, había hecho promesas de todo tipo que habían roto su corazón, sin embargo estaba decidido. Nada lo haría cambiar de parecer.
Por unos días más Haruna intentó que Tamaki cambiara de parecer, sin embargo la firmeza en el rechazo de este lo habían hecho desistir de cualquier intento infructífero más, así que se había alejado. Ya habían pasado más de dos meses sin verse y Tamaki nunca había sentido que lo extrañaba hasta ese preciso momento, viéndolo cara a cara, la extraña sensación de olvido en su interior se volvió aun más grande. El viento sopló, llevando consigo unas cuantas hojas caídas, haciendo hacia adelante los largos cabellos ondulados y castaños de Haruna, quien los apartó suavemente de su rostro.
-Y entonces… ¿qué haces por acá?- Tamaki al fin preguntó, notando que su pregunta podría parecer hostil. – ¡No es que sea algo malo! Es solo que…- bajo la vista no sabiendo como terminar la frase.
Haruna rió nuevamente. –Mi hermana necesita estos libros y no tiene tiempo de venir por ellos, así que me ofrecí a sacarlos para ella.-
-Oh… que bien.- Tamaki observó nuevamente a aquel que alguna vez había sentido era el amor de su vida. –Y… ¿como estas?-
-Bien.- Haruna abrazó suavemente los libros contra su pecho – ¿Y tú?-
-Yo…- Tamaki comenzó, mas fue interrumpido por la bocina de un auto, ni siquiera había notado en qué momento se había detenido cerca de ellos.
-¡Oh cielos! Ya vinieron por mí. – Haruna se volvió hacia el auto, comenzando a correr hacia este. – ¡Lo siento, hablaremos otro día!-
Tras decir esto subió al otro auto, Tamaki pudo observar cómo se acercaba al conductor, dándole un suave beso en los labios, cerrando sus ojos y acariciando el rostro de quien estaba con él. Inevitablemente recordó cuanto le gustaba sentir las tibias manos de Haruna en su rostro en cada beso que compartían. Involuntariamente llevó su mano hacia su mejilla, posándola en esta levemente mientras observaba como aquel auto se alejaba.
La semana había pasado más rápido de lo que Tamaki había esperado, y una segunda semana había pasado también, comenzaba a exasperarle el hecho de no tener noticias de Soreki aun. Se volvió en su cama mientras lanzaba una almohada contra la pared.
-¡¡No sé qué es lo que te impide llamar primero!!- Yokichi le había dicho el día anterior mientras estudiaban juntos, tras haberse exasperado de la falta de atención que este ponía al asunto por estar vigilando su celular.
Quizá tenía razón. Quizá no… Sin embargo Tamaki no quería dar su brazo a torcer, Soreki debía llamarlo si estaba realmente interesado en el. Se sorprendió de sus propios pensamientos, ¿cuándo había empezado a dudar del interés de Soreki?
Lo había conocido durante una visita a una importante compañía especializada en una de las ramas de su carrera. El verlo como aquel que había alcanzado todos los sueños que deseaba cumplir lo había deslumbrado. Y aparentemente no había pasado desapercibido, pues justo antes de que se fuera, Soreki había bajado al área de recepción para salir a almorzar, y pasando al lado de Tamaki había introducido una de sus tarjetas en uno de los bolsillos traseros del pantalón de éste.
Había peleado con su conciencia por un mes completo antes de tomar el teléfono y finalmente hablar con Soreki. De quien pensó estaría molesto por la falta de interés, sin embargo su respuesta fue cálida y afectuosa. Incluso lo había invitado a cenar, invitación que no dudó en aceptar.
Durante la cena habían hablado del importante cargo de Soreki y cuanto le había costado llegar hasta él. El mayor le había preguntado por sus planes y deseos, hasta había expresado sus opiniones acerca de cómo podía comenzar a involucrarse más en su rama.
Luego de esa cita, se habían visto un par de veces más, siempre de noche. Tamaki se sentía culpable ya que no había contado nada a Haruna respecto a lo que sucedía, sin embargo la mirada en los ojos de Soreki hacía que se olvidara del mundo entero cuando lo veía.
Durante su tercera cita habían ido a un bar, y tras unas cuantas copas habían decidido irse. Soreki se había ofrecido a ir a dejar a Tamaki hasta su casa, sin embargo este no deseaba serle una molestia, así que le pidió que sólo lo llevara a su facultad pues su casa estaba sumamente cerca de ahí.
Una vez estuvieron en el área de la facultad, Tamaki se despidió de Soreki, pero cuando iba a abrir la puerta del auto para bajarse, las manos del mayor se lo habían impedido, acercándosele rápidamente y besándolo casi salvajemente. Tamaki se había sorprendido, sin embargo había permitido que esto ocurriera ya que el alcohol había hecho que perdiera algunas de sus inhibiciones. Las manos de Soreki habían viajado rápidamente por su cuerpo, llegando a su entrepierna y llevándola a la vida con facilidad. Pero justo en ese momento la imagen de Haruna en su mente lo había hecho volver a la realidad. Se disculpó con Soreki diciendo que no podía hacer algo así en terreno universitario y se fue.
Pensó que tras semejante situación Soreki no volvería a buscarlo, sin embargo lo había seguido llamando y diciendo que deseaba verlo. Todo esto había hecho que Tamaki se decidiera a dejar a Haruna. Quien a pesar de ser un chico tierno, dulce y amable ya no le provocaba emociones tan fuertes como las que Soreki le había hecho sentir.
Su relación con este hombre que le llevaba 6 años nunca le había parecido extraña, sin embargo analizándola de nuevo, comenzó a darse cuenta de que salía con él siempre que Soreki tenía tiempo, aunque eso significara que tuviese que cambiar todos sus planes y arreglar de nuevo sus horarios, muchas de estas veces, sus citas terminaban abruptamente pues Soreki debía trabajar.
Tamaki vio hacia el techo de su habitación mientras suspiraba con tristeza. Soreki había seguido siendo atento y cordial con él, siempre llevándolo a lugares interesantes y mostrándole cosas nuevas. Nunca había intentado un acercamiento erótico nuevamente hasta hacía 2 semanas antes de irse.
-Al diablo con todo…- Tamaki dijo al fin levantándose y dirigiéndose al baño para arreglarse.
Poco tiempo más tarde, Tamaki se encontraba en la caseta telefónica, marcando el número de Soreki.
-Touma…- La voz de Soreki al otro lado de la línea lo sorprendió por unos segundos. – ¿Diga?-
-Soreki…- Tamaki comenzó. –Soy yo… Tamaki…-
-Tamaki, ¿como estas?- Soreki parecía feliz de escucharlo.
-Bien… - Tamaki respondió, sin embargo su tono revelaba lo contrario.
- ¿Tamaki?- Soreki se sorprendió del tono del chico.
-Soreki… quiero verte…- su voz sonaba seria y demandante.
-Está bien… ¿Sabes? Estaba por llamarte pero el trabajo me ha tenido demasiado ocupado…-
-Oye Soreki, ya confirmé las reservaciones para esta tarde.- una voz que Tamaki desconocía se escuchó.
-Genial…- Soreki respondió a quien le hablaba. –Te llamaré, ¿de acuerdo?- dijo a Tamaki.
-Quería verte hoy…- Tamaki bajó la vista.
-Me voy a poner celoso…- la voz se escuchó de nuevo.
-Lo siento, hoy no puedo… debo irme…- tras decir esto Soreki cortó.
Tamaki colgó el teléfono sintiéndose sumamente desolado. Llevó una de sus manos hacia sus cabellos haciéndolos hacia atrás. Su mirada parecía perdida dentro de sus pensamientos.
Horas más tarde, Tamaki se encontraba fuera del edificio de apartamentos de Soreki, escondido tras unos arbustos, esperando que volviera. Comenzaba a oscurecer y hacía algo de frío, Tamaki se sentía estúpido por estar espiando a Soreki, sin embargo en ese momento un taxi se detuvo en la acera, bajando de este Soreki, siendo seguido por otro hombre, a quien Tamaki recordó de la fotografía que había visto en que abrazaba a Soreki.
-Me parece que hiciste un gran trabajo el día de hoy.- El hombre dijo a Soreki.
-Gracias, realmente creo que ese negocio nos traerá grandes ganancias.- Soreki agradeció mientras guiaba al hombre hacia dentro del edificio.
Tiempo después, del que Tamaki no sabía si habían sido minutos u horas, observó que aquel hombre salía del edificio, siendo seguido por Soreki. Un taxi ya lo esperaba en la acera.
-La pasé muy bien…- El hombre dijo. Tras lo que subió al taxi y este se alejó.
Tamaki no pudo contenerse más, saliendo de donde se escondía. –Soreki…-
Soreki se volvió a quien le hablaba, sorprendiéndose grandemente al ver que era Tamaki. -¡Tamaki! ¿Cuanto tiempo llevas ahí?-
-El suficiente…- la ira podía verse en los ojos del chico. Quien tras pronunciar estas palabras se alejó corriendo a toda velocidad. Iba demasiado metido en sus ideas y emociones que ni siquiera se dio cuenta que tanto había corrido hasta que llegó a un puente en el medio de un parque. Notando también la oscuridad que lo envolvía. Observó entonces su reloj, notando que pasaba de la media noche.
-¡Tamaki!- la voz de Soreki hizo que se volviera.
-¿Que quieres?- dijo, sintiendo nuevamente como la ira lo carcomía.
-Espera, tenemos que hablar…-
-¿De qué?- Tamaki casi gritó. – ¿De cómo jugaste con mis sentimientos mientras estabas con alguien más? ¿O de cómo por culpa tuya perdí a una persona demasiado especial probablemente para siempre?-
Soreki se detuvo a pocos metros de donde Tamaki estaba. – ¿Fue por culpa mía?- Los ojos del mayor brillaron con orgullo. –No recuerdo haberte pedido que dejaras a nadie, tampoco recuerdo que me hayas dicho que había alguien más…-
Era cierto, Soreki ni siquiera sabía que cuando lo había conocido estaba saliendo con Haruna. –Pensé que te interesaba…- Tamaki bajó la vista.
-Me interesas.- Soreki se acercó un poco más, hasta estar frente al menor.
- ¿Cómo puedes decir eso?- Tamaki observó al mayor con frustración. – ¿Cómo puedes estar interesado en mi si estas con alguien más?-
-Tamaki… eres joven y lindo.- Soreki llevó una de sus manos hacia el rostro de éste. –Mentiría si dijera que no deseaba acostarme contigo.-
Tamaki golpeó la mano de Soreki, alejándola de su rostro. – ¿Así que eso es todo lo que soy para ti? ¿Alguien con quien acostarte?-
Soreki suspiró como si estuviese explicándole a un niño como sumar y este no lo comprendiera. –El hombre que viste, si tienes que saberlo; es Tanaka... es sólo un compañero de trabajo. Sin embargo no existe entre nosotros ningún tipo de compromiso que me obligue a explicarte nada.-
Tamaki sintió como algunas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, sin poder hacer nada por evitarlo. Sentía como si hubiese sido un simple juguete, como si todos sus esfuerzos por estar siempre donde Soreki lo pedía no significaran nada. Nunca se había sentido tan arrepentido de haber perdido a Haruna como en este momento.
-No seas tan dramático…- Soreki dijo dándole la espalda. –Ya es hora de que madures si es que quieres llegar a algún lado en esta industria.-
-No sabes… cuanto te odio…- Tamaki dijo, sintiendo como su enojo escalaba de manera desproporcional. Ni siquiera pudo detenerse a sí mismo cuando su cuerpo reaccionó, empujando a Soreki por encima de la baranda del puente.
- ¡Tamaki!- Soreki gritó mientras apenas lograba sostenerse de la baranda del puente, observando al chico con terror. – ¡¡¿¿Acaso te volviste loco??!!-
La mirada en los ojos de Tamaki no era su usualmente adorable, parecía como si fueran a encender en llamas en cualquier momento, a pesar de lo cual también había una gran frialdad en ellos. –Tal vez…- respondió. –O quizá simplemente quiero que sepas por unos momentos cómo me hacías sentir cada vez que tenía que suplicar por unos minutos de tu presencia…- se acercó hasta la orilla, colocando sus manos sobre las de Soreki.
-¿Que vas a hacer?- Soreki abrió aun más sus ojos, al ver como Tamaki tomaba sus manos.
-¿Que se siente?- Tamaki preguntó, acercándose un poco más a Soreki, apoyando su cintura en la baranda en medio de sus manos. –¿No es nada agradable cierto?-
-Tamaki…- Soreki podía sentir que su cuerpo temblaba. –Deja de jugar y ayúdame…-
-¿Es esa la forma de hablarle a alguien de quien tu vida depende?- Tamaki preguntó mientras una sonrisa maléfica cruzaba sus labios.
-¿Qué es lo que quieres?- Soreki temía por su vida, observó de reojo hacia abajo, unos 3 metros abajo pasaba un pequeño riachuelo, sin embargo había muchas piedras en este.
-Ya te lo dije…- Tamaki tomó las manos de Soreki entre las suyas. –¡¡Quiero que te sientas como yo me siento ahora!!- diciendo esto apretó las manos del otro entre las suyas, haciendo que se soltara, su peso jalándolo hacia abajo, quedando simplemente sostenido de las manos del más joven.
-Tamaki… por favor… ¡No eres suficientemente fuerte para sostenerme!- Soreki trató de soltar una de las manos del chico para agarrarse de la parte inferior del puente.
-Te odio…- el joven dijo esto último soltando a la vez ambas manos de Soreki.
-¡¡¡Tamaki!!!- Soreki gritó mientras caía.
Un golpe seco resonó en el parque vacío. Tamaki observó con terror lo que acababa de hacer mientras aun continuaba en la misma posición. Su cuerpo completo temblaba mientras llevaba sus manos hacia sus labios. Bajo el puente, el cuerpo de Soreki yacía, su cuello estaba en una posición que era incompatible con la anatomía normal. Podía ver también un tinte rojizo tiñendo el agua del riachuelo.

-Soreki…- sus ojos se abrieron hasta sus límites, sentía como sus lágrimas calientes corrían por sus mejillas en contraste con el frío del lugar. Se enderezó lentamente para luego acuclillarse al lado de la baranda mientras sollozaba sin control. No supo realmente cuanto tiempo estuvo así. Sin embargo fue calmándose poco a poco, cuando finalmente dejó de llorar una duda llegó a su mente. – ¿Lo habría visto alguien?- tomó su celular abriéndolo, marcó un número realizando una llamada por cobrar mientras sus dedos temblaban. Escuchó el tono de llamada varias veces, mientras se perdía en su mente, hasta que de pronto la voz al otro lado de la línea lo hizo reaccionar.
-¿Tamaki?- la voz de Yokichi era adormitada. –¿Sabes qué hora es? Espero que tengas una buena razón para llamarme a las dos de la mañana…-
-Yokichi…- la voz de Tamaki sonaba aterrorizada.
-¡¡Tamaki!!- Yokichi casi gritó. –¿Estás bien? ¿Qué te ocurre?-
-Estoy bien…- Tamaki trató de calmarse. –Es sólo… que no quiero estar solo en este momento…-
-Está bien, ¿estás en tu casa?- al otro lado de la línea podía escucharse como Yokichi se había levantado y probablemente buscaba algo. –Voy para allá…-
-Sí, y no…- el tono de voz de Tamaki pareció tornase más frío. –Yo iré a tu casa… ¿está bien?-
-Está bien…- Yokichi se sentó en su cama, su expresión era confusa. –¿Estás seguro de que no quieres que vaya por ti?- dijo mientras buscaba sus llaves en su mesa de noche.
-Lo estoy… llegaré en un rato…- Tamaki colgó sin despedirse, dejando a Yokichi bastante preocupado.
- Cielos… ¿Qué le habrá ocurrido?- Yokichi pasó sus manos por sus desordenados cabellos mientras se levantaba y encendía la luz de su habitación.
Quince minutos más tarde Tamaki llegó al apartamento de Yokichi, este lo hizo pasar, notando que se veía agitado, como si hubiese corrido mucho, esto se le hizo raro pues vivían apenas a una cuadra de distancia. Pero a pesar de su agitación, Tamaki temblaba de frío.
-Siéntate…- Yokichi dijo conduciendo a Tamaki a la sala, tras lo que tomó una frazada que se encontraba en el respaldo de un sillón y se la colocó sobre los hombros. –Haré un poco de té, ¿está bien?-
-Gracias…- Tamaki respondió casi mecánicamente mientras se sentaba, envuelto en la frazada.
Unos minutos más tarde ambos tomaban té, Tamaki parecía más calmado. Así que finalmente Yokichi se atrevió a hablar. –¿Vas a contarme qué te ocurrió?-
Tamaki observó a su amigo, mientras nuevamente algunas lágrimas acudían a sus ojos. –Es que… él…- se detuvo no sabiendo si podía continuar confesándose.
-¿Te hicieron daño?- Yokichi se acercó a su amigo, hincándose frente a este y tomando su rostro entre sus manos para verlo. – ¿Te engañó?-
Tamaki bajó la vista, sabía que no podía decirle la verdad. Así que simplemente asintió, haciéndose hacia adelante y abrazando a su amigo mientras lloraba desconsoladamente.
La mañana llegó pronto, Tamaki se había quedado dormido luego de llorar un rato. Yokichi se había quedado cuidándolo. Le dolía ver sufrir a su amigo. Sin embargo debían ir a estudiar, así que tras desayunar ambos se dirigieron a la universidad.
Caminaban por la acera, y se disponían a cruzar el parque para acortar parte del camino hacia el campus, cuando notaron una gran cantidad de gente en la entrada de este. Tamaki se sorprendió aun más que Yokichi.
-¿Que habrá ocurrido?- Yokichi se preguntó mientras se acercaba a la entrada.
-Quizá debamos tomar el camino largo…- Tamaki sintió escalofríos recorrer su cuerpo.
-Oiga, ¿Qué ocurrió?- Yokichi preguntó a una de las personas que se aglomeraban en la entrada.
-Parece que alguien se suicidó…- una mujer respondió. –Se tiró del puente…-
-Qué horror…- Yokichi dijo para luego volverse a su amigo. – ¿Sabes? Creo que tendremos que tomar el camino largo por un buen tiempo…-

Tamaki sonrió por primera vez en todo este tiempo. El que nadie sospechara que era un asesinato por ahora, lo hacía sentirse tranquilo. –Tú y tus supersticiones…- dijo empujando suavemente al otro.

-¡Oye!- Yokichi protestó. –No quiero espíritus rondándome por ahí. Nunca sabes qué tipo de fantasmas pueden quedar donde alguien se suicida…- tras decir esto notó la sonrisa en los labios de Tamaki. Así que sonrió también. – ¿Sabes? Me alegra que ya te sientas bien.-

-Gracias…- Tamaki comenzó a caminar nuevamente, siendo seguido por Yokichi. –Creo que siento que me he quitado un gran peso de encima…-

FIN