TRON - CRÍTICA


Tron es una aventura de alta tecnología en 3D que tiene lugar en un mundo digital que no se parece a nada jamás visto en la pantalla. Sam Flynn (Garrett Hedlund), un experto en tecnología de 27 años e hijo de Kevin Flynn (Jeff Bridges), investiga la desaparición de su padre y se encuentra metido en el mismo mundo de programas violentos y juegos de lucha donde su padre a estado viviendo los últimos 25 años. Junto a la leal confidente de Kevin, (Olivia Wilde), padre e hijo se embarcan en una aventura a vida o muerte a través de un cyber universo visualmente increíble que se ha hecho más avanzado y mucho más peligroso.


CRÍTICA

El ser humano siempre ha fantaseado con aquellos mundos que no conocía. Para la posteridad quedan escritores visionarios como Julio Verne, que se anticipó décadas a la creación de los submarinos o el viaje a la Luna. En el mundo actual esa anticipación resulta más extraña, ya que parece que hayamos llegado a un punto álgido en el avance tecnológico, pero hace no tanto aún era posible esa fantasía, fruto de la cual nació el primer Tron.

En aquellos años, principios de los 80, las computadoras y los videojuegos eran tan sólo un proyecto primerizo de lo que se han convertido hoy en día. El imaginar como sería el mundo dentro de ese "mundo" (valga la redundancia) fue lo que creó la fantasía del primer Tron, y pese a que sus efectos especiales pueden sonar hoy en día a chiste y su estética parecer ridícula mirándola en términos actuales, la película no deja de tener ese encanto de las obras premonitorias como las que citaba al principio de este comentario.

¿Que pasa con las anticipaciones? No siempre son aceptadas, y en aquel lejano 1982 Tron no fue aceptada como sus creadores esperaban, si bien la posteridad la ha dejado como film de culto (lo cual tampoco implica que la película original sea una obra maestra, algo que creo no fue nunca lo que iba buscando) Pero como la taquilla es la que manda, eso cerró las puertas a posibles secuelas hasta ahora, casi tres décadas después. ¿Ha merecido la pena la espera? Depende de bajo que punto de vista se mire.

Con los adelantos informáticos que ha habido en estos 28 años transcurridos tras la primera película, el regreso al mundo cibernético de Tron resulta más espectacular y mucho más vistoso (y si la ven en 3D pues la cosa aún luce más). Es dificil describirlo con palabras, vendría a ser una evolución tecnólogica tan llamativa como la que experimentó la saga Star Wars de la primera trilogia en los años 70/80 a la segunda estrenada entre finales de los 90 y principios del siglo XXI. Y es que hay que reconocer que los efectos visuales de los citados títulos son realmente alucinantes, algo que también sucede en esta Tron Legacy... pero al igual que las citadas películas, si metemos mano en el guión eso ya es otra historia.

El año pasado cuando se estrenó Avatar de James Cameron todo el mundo alucinó con el film, ya que a nivel visual bien que se lo merecía, pero a nivel argumental la cosa era bastante simplona, lo cual nos daba un resultado final para nada tan magistral como Cameron nos quiso vender (aunque ya es algo propio en su cine de tener mejor acabado visual que argumental) Eso también sucede en Tron Legacy, cuyos personajes no poseen tanta humanidad como nos quieren hacer ver, quedándose todo en un film más visual que otra cosa (viendo películas así entiendo a los que se quejan de que ahora mismo la televisión tiene mejores guionistas que el cine, ¿tanto cuesta crear personajes minimamente carismáticos tipo House o Dexter?)

En lo mencionado antes (y aprovechando mi mención a la serie protagonizada por Hugh Laurie) el mejor ejemplo sería el personaje de Olivia Wilde, que sólo sirve para deleitarnos con un poco de belleza femenina (lo que también ocurre con la guapísima Serinda Swan, una de las sirenas que cambia de traje al protagonista y aparece en la posterior escena del bar; y a la que ya conocí yo como una sensual Zatanna en la serie Smallville) Lo más triste es el regreso de Jeff Bridges al personaje que encarnó hace casi 30 años, ya que su presencia recuerda más a una especie de Obi Wan Kenobi que no a una lógica evolución del personaje al que encarnó en 1982 (incluso su versión rejuvenecida por CGI peca de no poder aportar una creíble humanidad si nos fijamos en todos los detalles, ya que por ejemplo sus ojos no parecen reflejar la vida que si tienen los actores "reales")

Con todo esto podés pensar que la película me ha decepcionado, pero no en el sentido que pensás. Al igual que pasó el año pasado con Avatar, la industria nos quiere vender películas trascendentales cuyo avance tecnológico son un punto y aparte en el mundo del cine, pero para ser los grandes clásicos que planean ser hay que tener también una historia que acompañe, cosa en la que fallaba el film de Cameron y en la que también falla esta secuela, cuya evolución visual es evidente pero cuyo desarrollo argumental dista muy mucho de la trascendencia que le quieren dar al producto final.

LO MEJOR: Visualmente es espectacular.

LO PEOR: Argumentalmente es normalita.
Texto por El Chacal.