Siempre en el desamor hay, por pequeña que sea, una dosis de amor…está presente incluso en la palabra misma. Amor frustrado, amor no correspondido, burlado, incompleto… es esa parte que duele.
No podría ser de otra manera, porque todo en este mundo es dual, y es la lucha entre los polos, la búsqueda del balance en medio del caos, lo que mueve la vida.
Pensando en el desamor, diría yo que lo único nuestro, lo único mío, es esa dosis de amor… el “des” viene de fuera.
La primera vez que me sentí traicionado, fue como que me arrancaran el corazón y lo hicieran picadillo… me costó mucho tiempo y esfuerzo re armar el rompecabezas. Aprendí entonces que el único que puede traicionarme soy yo mismo, cuando le doy tanto poder al “des” que dejo de ver el amor en mí.
Sin dejar de entregar, de arriesgarme, ahora procuro cuidar y mantener su pureza, trato de que no se contamine… al fin y al cabo, si el que se enoja pierde ¡el que ama, gana!
No podría ser de otra manera, porque todo en este mundo es dual, y es la lucha entre los polos, la búsqueda del balance en medio del caos, lo que mueve la vida.
Pensando en el desamor, diría yo que lo único nuestro, lo único mío, es esa dosis de amor… el “des” viene de fuera.
La primera vez que me sentí traicionado, fue como que me arrancaran el corazón y lo hicieran picadillo… me costó mucho tiempo y esfuerzo re armar el rompecabezas. Aprendí entonces que el único que puede traicionarme soy yo mismo, cuando le doy tanto poder al “des” que dejo de ver el amor en mí.
Sin dejar de entregar, de arriesgarme, ahora procuro cuidar y mantener su pureza, trato de que no se contamine… al fin y al cabo, si el que se enoja pierde ¡el que ama, gana!
Texto: Sebastián Porras.
Ilustración: Cecilia Porras.