Hoy me hubiese gustado haber pasado una tarde bordada de besos con Alejandro y en la noche un par de cervezas en mi bar favorito pero nunca sucedió nada de eso.
Hoy todo me pareció aburrido desde que inicio el día. Llegue a mi casa a las siete con siete y comencé a leerte. Todo cambió. Dejé de renegar y cuestionar del día y me puse a meditar un mantra. Después salí a pasear al jardín de pleitos. Él ya no me llamó. Apagué el celular. Y seguí leyéndote.