Si hay un lugar en el planeta donde se puede pensar que realmente pasa de todo, es sin duda Nueva York. Resulta imposible dimensionar la cantidad de historias, situaciones y lugares increíbles que pueden aparecer frente a tus ojos con tan sólo cruzar una esquina.
Quizá por eso muchas películas suelen ambientar sus historias allá, confiados en que por más delirante que parezca la trama, Nueva York hace que sean creíbles. Y una de esas películas es la que queremos compartirles hoy: Shortbus (2006), del director John Cameron Mitchell.
De entrada les advierto que esta película es loquísima, pero a la vez muy humana; con tan sólo ver esa primera escena en la que un hombre se masturba en una postura de arco que le permite eyacular en su propia boca, ya te vas haciendo una idea de lo que vendrá después.
La cosa va así: En el universo de la película varios habitantes de Nueva York concurren siempre en un club exclusivo conocido como Shortbus con la intención de resolver los problemas sexuales de sus relaciones de pareja. Jamie y James, dos chicos que sostienen una relación monógama desde hace 5 años, entran en un difícil momento de crisis, donde la pasión empieza a dejarlos y deben decidir entre terminar o convertir su matrimonio en una relación abierta. Ante la crisis que enfrentan acuden a una terapista sexual que trata de ayudarlos pero no lo consigue pues, ella misma tiene también un problema complicado de resolver: Ama a su marido pero él nunca ha podido darle un orgasmo.
Jamie y James llevan entonces a su terapista para que visite shortbus y es ella la que termina recibiendo orientación para resolver sus problemas sexuales en un lugar increíble, donde se dan cita los más oscuros placeres sexuales de toda una ciudad.
A pesar de lo crudo que se escucha la sinopsis, el tema sexual es manejado con mucho tacto, es decir, queda claro que en el shortbus son bienvenidas todas las fantasías, pero la película nunca te expone a situaciones ofensivas, a pesar de que hay desnudos explícitos de principio a fin.
Recomendadísima para los que extrañamos esa magia de Nueva York y para aquellos están en esos días de depresión ‘psicojodida’